Veo mi futuro como algo emocionante, tengo muchas cosas por hacer y por vivir.
Una de las cosas que más me emociona (como a toda mujer, creo yo) es mi futura boda, el hecho de que voy a unir mi vida al hombre que amo, el hombre que ha venido a mejorarme en muchos (sino es que en todos) los aspectos (aunque admito aun tengo mucho camino por recorrer) y poder pasar el resto de mi vida con él, haciendo nuestra vida juntos.
Además de esto, que obvio es lo principal, debo admitir que también los otros aspectos del evento me ilusionan muchísimo.
Mi boda es algo con lo que he soñado desde niña; las flores, el vestido, el lugar, todo lo que conlleva la organización; los invitados, tener gente a la que amo acompañándome en ese día tan especial. Crecí rodeada de revistas de novia, ya que me mamá era costurera. Solía pasar el tiempo hojeando las revistas, doblando las páginas de los vestidos que me gustaban; cuando las novias iban a probarse su atuendo, siempre estaba yo ahí también.
Este post nace porque estaba viendo el programa “Vestido de Novia”, o episodios más bien, ya que fueron 2 y ambos con una temática muy importante cada uno. El primero dedicado a las novias que van acompañadas de sus madres, y el segundo (adivinaron?) las que van acompañadas por sus padres. Si ustedes no lo saben, ya no tengo la fortuna de contar con ninguno. Mi padre falleció cuando yo tenía 7 años de un infarto y mi madre falleció hace 4 años, después de luchar por bastante tiempo contra el cáncer.
Ver estos dos episodios me puso bastante emotiva. Pensar que la travesía que estoy por comenzar con los planes de boda, con la búsqueda del vestido perfecto, la boda en sí, y ellos no van a estar presentes (por lo menos no en persona). No voy a sentir la dicha de que mi madre me ayude a arreglarme para la ceremonia; que mi padre camine conmigo hacia el altar, bailar con los dos en la recepción o simplemente poder abrazarlos a ambos y compartir con ellos la felicidad de esos momentos.
Me hubiera gustado que conocieran a mi prometido, porque estoy segura que ambos lo hubieran querido mucho.
Ellos ya no están vivos, se que desde donde estén, se sienten contentos por mi; se que ese día los voy a sentir cerca de mi (mucho más que en el día a día). Yo por mi parte tengo en mente algo muy bonito para honrarlos ese día.
Aun y cuando mis padres no puedan acompañarme en este camino, sé que tengo mucha gente que me quieren a mi lado, y que van a estar conmigo en los momentos decisivos para mi boda. Yo sé a quienes quiero conmigo el día que vaya a probarme vestidos y cómo van a encajar esas personas en la ceremonia. Me siento agradecida por ellos.
Mamá, Papá – Se que día a día bendicen mis pasos